Si lo hice con mucho amor…


 De las demostraciones de afecto a través de la comida y cómo afectan en las relaciones interpersonales y de salud.

Si lo hice con mucho amor…


Disclaimer:


Antes de empezar a leer es importante aclarar que: 


Estas cápsulas son informativas, el tema desarrollado está basado en guías poblacionales y estudios de corte científico de nutrición, salud, psicología y/o antropología; no son un diagnóstico individual, por lo que es importante que acudas a un profesional de salud para tu atención médica. 

Asimismo declaro que no tengo ningún tipo de conflicto de intereses en el desarrollo del tema. 



Recuerdo claramente la mañana de domingo cuando ella me dijo “Ya veré a mi papá y me cocinará de la sopa rica que él hace, me alimenta todo el día, volveré con unos kilos de más, no le puedo decir que no porque se pone muy triste, me dice ¡No te lo comerás?!...Si te lo hice con mucho amor”.


¿Les ha pasado algo así?


El vínculo social de la comida.


En la historia pasada es claro que  el papá de la protagonista usa la comida para comunicar o expresar el amor, cuidado y confianza hacia su hija (Kline et al., 2008) Ella había estado muchos meses fuera de casa, de su país, y volvería una temporada. Después de 8 meses ela ya añoraba el calor de su hogar, estar con lo suyos y compartir con ellos alrededor de la mesa, mientras les contaba de los pormenores de su viaje.

Porque al fin de cuentas uno de los objetivos de alimentarse además de nutrirnos es establecer un lazo social para crear redes de convivencia, pertenencia e identidad en los grupos. Y la familia es un grupo de pertenencia, así como los amigos, el trabajo etc..No por nada los romanos celebraban sus fastuosos banquetes con el simple afán de convivir. 


Si tomamos en cuenta que nuestras primeras relaciones interpersonales son con nuestros cuidadores primarios (papás, mamás, abuelas, etc), serán ellos quienes  den forma a los comportamientos y preferencias alimentarios (p. ej., compartir alimentos, ofrecer alimentos y preferencias alimentarias establecer qué nos gusta y qué no); Bowlby, 1969; Haycraft & Blissett, 2010; Mennella, Jagnow, & Beauchamp , 2001). Y sucede que cuando las familias comparten las comidas, también comparten tiempo y conversaciones entre ellos, brindando oportunidades para la socialización moral y el orden a la mesa, es decir, quién come antes, después o al mismo tiempo que los demás, y especialmente reglas sobre la distribución social o justa de alimentos que cada cultura o familia decida seguir.


Entonces las preferencias alimentarias que compartimos, la preparación de alimentos y los gustos  facilitan la formación y el mantenimiento de relaciones saludables  en las relaciones adultas (Bove et al., 2003; Kline, Horton y Zhang, 2003). No por nada en una buena cita está incluida una buena comida o en el caso de la historia el papá le prepara una sopa que es muy significativa para ellos.una excelente sopa. Al-Shawaf, Lewis, Alley y Buss, 2015; Amiraian y Sobal, 2009; Kniffin, Sigirci y Wansink, 2016).


Desde hace unas décadas los investigadores han hecho observaciones sobre el papel que juegan las emociones en las prácticas alimentarias de los humanos, y de hecho han descrito que a nivel interpersonal la comida juega un papel catalizador para los grupos. Nos juntamos a comer para celebrar, conmemorar y honrar a alguien en eventos como los casamientos, bautizos, clausuras escolares, cuando nos rompen el corazón y hasta cuando dejamos este mundo terrenal, estos eventos están guiados por una gran comilona.


Sin embargo y como Hamburg y col. (2014) nos recuerdan que estas acciones no quedan relegadas a grandes eventos sociales, sino que se manifiestan en el día a día de las personas: compartir alimentos. Permitiendo que los lazos de confianza, pertenencia y cariño se expresen a través de la comida que se comparte. 


¿Es importante hablar sobre el compartir comida como vínculo entre personas y su impacto en la salud? ¡Claro!.

Principalmente en estos tiempos donde la disponibilidad de alimentos es enorme; ejemplo vas a la tienda de la esquina y la variedad de snacks, bollos, yogures, chocolates, fruta, verdura etc están al alcance de la mano. Sin embargo, la elección de los alimentos estará condicionada a muchas variables de interés como la posibilidad económica, el gusto, la costumbre y las creencias o percepciones que se tienen a la hora de adquirir un productor. Pero el día de hoy nos enfocaremos en los comportamientos alimentarios interpersonales, los cuales si influyen en lo que comemos.


El lado A (positivo) de los comportamientos interpersonales 


En un escenario positivo, si se comparten comidas, principalmente en familias  se sugiere que en especial los niños desarrollen habilidades sociales como: compartir, respetar, la justicia y el cuidado mutuo. Así como, Las reconocer las señales internas de hambre, preferencia por verduras y opciones de alimentación más saludables (Fulkerson, Larson,Horning, & Neumark-Sztainer, 2014;Wallave R et al (2020) ), ¿Son resultados con impactos positivos a largo tiempo verdad? Técnicamente la familia es el punto donde aprendemos las prácticas de la alimentación que se reflejarán en la vida adulta. Harte, S., Theobald, M., & Trost, S. G. (2019). Por lo cual es importante hacer hincapié en intervenciones con participación de los adultos responsables de los niños, ya que ellos son quienes monitorean el ambiente familiar. 


El lado B (no tan positivo) del compartir alimentos


A diferencia del aspecto A,  aquí partiremos de la naturaleza del producto a compartir, por lo general comida  que se ocmparte u ofrece suele ser alta densidad calórica alta y bajo aporte de nutrientes. Y lo podemos ver en los pasillos del supermercado donde las marcas de pseudo chocolates y dulces están empaquetados en sus empaques “para compartir”. 


Y no apuntemos nuestro dedo sólo a aquellas empresas que manufacturan alimentos ultraprocesados, ya que también en los restaurantes o bares donde regularmente nos reunimos con los amigos para celebrar, pasar el tiempo, convivir y estrechar lazos existen los combos “amigos”, pareja o cualquier otro tipo de paquete que incluye desde bebidas, entremets y toda cantidad fuera de las porciones adecuadas incentivando el consumo de excesivo de alimentos procesados que por su composición son de alta densidad calórica y pobre calidad nutrimental.


De acuerdo al estudio de Taylor, N., & Noseworthy, T. J. (2021) se observa que la comida entre amigos ya sea etiquetada como “chatarra” o “saludable” tiene una percepción de ser menos perjudicial o fattening cuando se comparte entre amigos que cuando se mantiene para uno mismo. Añadían que las personas estaban conscientes que en efecto era una comida de alta cantidad calórica pero como era compartida ésta no tenía un efecto negativo en su peso o en su salud. Por su parte Franckle, R. L. y col (2016) observaron que los adultos tenían un mayor problema al estimar correctamente la ingesta calórica de las bebidas hipercalóricas a comparación de los adolescentes. 


Por estudios como los anteriores es importante la educación en nutrición y orientación alimentaria sobre todo con los adultos que están al cuidado de menores de edad. Ya que la compra de alimentos de los cuidadores a los niños juega un rol importante en la mediación de la dieta, sobre todo en aquellas comidas que pueden incrementar el riesgo de incidencia en el desarrollo de sobrepeso, obesidad y sus comorbilidades.Cantor, J., Breck, A., & Elbel, B. (2016)


¿Entonces ya no comparto, preparo o voy a cenas con mis seres queridos?


A ver, es un hecho innegable que debido al contexto social de la alimentación las reuniones y comidas con seres a quienes apreciamos tienen un efecto benéfico en nuestras emociones, nos permiten de sentirnos mejor con nosotros mismos y de tener una red social más amplia capaz de brindar apoyo social y emocional debido al estrechamiento de las relaciones interpersonales mediadas por la comida.


Dependiendo del contexto social de los individuos a la hora de comer, siempre hay que tomar en cuenta:

  1.  el tipo de alimento (en conjunto con atributos intrínsecos del alimento) por ejemplo compartir sopas, caldos o bebidas; analizada bajo las creencias relacionadas con la oportunidad de servicio (Wang C et al 2021)  esto es si el alimento es adecuado para la fecha, hora, momento u objetivo, ejemplo: regalar chocolates en un funeral o el que los adolescentes compartan el refresco de la misma botella en tiempo de COVID. Analizamos si es seguro para mi para la otra persona, es socialmente aceptado, etc?

  2. La frecuencia del consumo en el caso de las grandes celebraciones debemos tomar en cuenta que las fechas en la agenda no superan mi la mitad de días del calendario, quizás una tercera parte. En el caso de los pequeños dulces ultraprocesados es importante identificar los problemas de salud que acarrean el consumo de estos productos y entonces optar por otras opciones como frutas o verduras; así como en Eventos que permitan crear experiencias como el cocinar. 

  3. las porciones de servicio de los alimentos. 

  4. Así como el placer mismo que el consumo de alimentos produce. 


Hablando del placer me he permitir recordar el estudio de R. I. M. Dunbar (2017) en el que nos explica que la comida a medio día nos puede hacer sentir más cerca de ellos y que las cenas en las que se producen risas y recuerdos por lo que la probabilidad  de aumentar los sentimientos de cercanía es alta ¿O quién no recuerda las cenas con amigos?.


Conclusión


Entonces no está mal el compartir o expresar nuestros sentimiento a través de la comida, es parte de nuestra naturaleza esta práctica, la cual se va a asociar al ambiente, la cultura, los aprendizajes en casa, gustos, etc. Sólo bastaría con evaluar rápidamente la situación y preguntarse a uno mismo ¿lo que voy a a ofrecer comulga con la visión de la otra persona? ¿Es adecuado para el o ella?; en el caso de niños ¿Este alimento le proporcionará los nutrientes que necesita?; ¿Cuándo fue la última vez que compartí este alimento? y finalmente ¿Qué cantidad sugiero compartir?



Referencias


S.C. Gregersen and O. Gillath Appetite 151 (2020) 104654 Cómo la comida nos une: los lazos entre el apego y los comportamientos alimentarios Sabrina C. Gregersen∗, Omri Gilath


Wallace, R., Lombardi, K., Backer, C., Costello, L., & Devine, A. (2020). Sharing is Caring: A Study of Food-Sharing Practices in Australian Early Childhood Education and Care Services. Nutrients, 12(1), 229. https://doi.org/10.3390/nu12010229


Harte, S., Theobald, M., & Trost, S. G. (2019). Culture and community: observation of mealtime enactment in early childhood education and care settings. The international journal of behavioral nutrition and physical activity, 16(1), 69. https://doi.org/10.1186/s12966-019-0838-x


Taylor, N., & Noseworthy, T. J. (2021). Your fries are less fattening than mine: How food sharing biases fattening judgments without biasing caloric estimates. Journal of Consumer Psychology, 31(4), 773-783. https://doi.org/10.1002/jcpy.1214


Williamson, S., Lteif, L., & Valenzuela, A. Sharing is Not Always Caring: How sharing labels encourage personal consumption as a response to the threat of others. Journal of Consumer Psychology. https://doi.org/10.1002/jcpy.1285


Franckle, R. L., Block, J. P., & Roberto, C. A. (2016). Calorie Underestimation When Buying High-Calorie Beverages in Fast-Food Contexts. American journal of public health, 106(7), 1254–1255. https://doi.org/10.2105/AJPH.2016.303200


Cantor, J., Breck, A., & Elbel, B. (2016). Correlates of Sugar-Sweetened Beverages Purchased for Children at Fast-Food Restaurants. American journal of public health, 106(11), 2038–2041. https://doi.org/10.2105/AJPH.2016.303427


Koh, J., & Pliner, P. (2009). The effects of degree of acquaintance, plate size, and sharing on food intake. Appetite, 52(3), 595-602.


Wang, C., Huang, J., Liao, J., & Wan, X. (2020). Food Sharing With Choice: Influence on Social Evaluation. Frontiers in psychology, 11, 2070. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.02070


Gregersen, S. C., & Gillath, O. (2020). How food brings us together: The ties between attachment and food behaviors. Appetite, 151, 104654.


Dunbar, R. I. M. (2017). Breaking bread: the functions of social eating. Adaptive Human Behavior and Physiology, 3(3), 198-211.



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